Empecé este viaje hace 3 años, llena de miedos. El diagnóstico de oclusión tubárica bilateral no hizo más que aumentar nuestra incertidumbre. Después de casarme, la búsqueda de la maternidad se volvió un desafío. Tras visitar una clínica de fertilidad y enfrentarme a la frustración de un intento fallido de Fertilización In Vitro, mi esperanza se tambaleaba.
Decidimos darle una segunda oportunidad, pero los resultados no fueron diferentes. Fue entonces cuando descubrimos Ingenes en línea. A pesar del miedo persistente, decidimos agendar una cita. Desde el primer momento, la experiencia fue distinta. Estudios, tratamiento y la confirmación de que la In Vitro sería nuestra mejor opción.
Durante todo el proceso, mi esposo, mis padres y hermanos estuvieron a mi lado, brindándome el apoyo que necesitaba. ¡Y funcionó! Mi embarazo se logró en el primer ciclo. La sorpresa y la felicidad no tenían límites. En medio de la pandemia, llevar un embarazo seguro en casa fue todo un desafío. Pero cada precaución valió la pena.
La ovodonación se presentó como nuestra mejor opción y no lo dudamos, dijimos: ¡Adelante! Después de cuatro pérdidas en mi intento por llevar un embarazo a término, mi ginecólogo nos recomendó la ayuda de un biólogo de la reproducción. Los estudios revelaron que éramos candidatos ideales para la fertilización in vitro; además, me diagnosticaron ovario poliquístico, problemas de tiroides, prolactina alta y niveles de glucosa ligeramente elevados. A partir de ahí, comenzamos a controlar cada aspecto hasta que el embarazo fuera posible.
Preparamos mi endometrio para la transferencia, que realizamos el 24 de diciembre, una experiencia increíble. La espera fue larga y tuvimos algunos sustos con pequeños sangrados, pero el resultado fue positivo.
Verlo nacer cambió todo; su personalidad inquieta y su hermosa sonrisa lo hacen único, y yo soy su mamá. No importa cuántos desafíos enfrentamos para traerlo al mundo; espero que él, al igual que nosotros, nunca se rinda y persiga sus sueños sin importar los sacrificios.
Desde los 14 años tuve problemas con mi regla, siempre me daban anticonceptivos por el flujo abundante. En el 2010, con 29 años, mi hermana se embarazó, despertando mi deseo de ser madre. Hasta que, con 39 años y el apoyo de un seguro, dije: "Me voy". Descubrí que una operación anterior había afectado mi capacidad de concebir. Con la estimulación y la punción, seguí adelante. Después de una prueba positiva en menos de un mes, aún no podía creerlo. Mi embarazo fue único, con antojos y controles médicos aquí, con un doctor excepcional. De los 3 embriones, solo uno perduró, pero mi bebé estaba perfecto.